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El deber de trabajar

 

Es un hecho que sin trabajar los hombres no podríamos subsistir, al menos la inmensa mayoría de nosotros. Asimismo, hay en nuestra propia naturaleza ese mandato implícito de hacer todo lo que esté en nuestras manos para mantenernos en la existencia. Si tengo el deber de mantenerme en la existencia, y el modo ordinario de asegurarme dicho mantenimiento es a través del trabajo, por lo tanto existe un deber de trabajar.

Ahora bien, es un hecho que la especie humana puede subsistir sin que todos los hombres trabajen. ¿Por qué se habla, entonces, del trabajo humano como un deber? Por las siguientes razones:

 

  • Es injusto que quien pueda trabajar no lo haga, de modo parasitario, y viva del trabajo de otros (entonces pasaría que vive del trabajo de otros).
  • De la misma manera, sería injusto que quien no trabaja sea mantenido por otro, pues éste último cooperaría al mal que implica la degradación de su persona.
  • Por último, dañaría a toda la sociedad el hecho de impedir que un elemento de la comunidad no colaborara en hacer su parte en el bien de otros.

 


 

El derecho de trabajar

 

Después de lo dicho anteriormente podemos afirmar que, si el hombre tiene el deber de trabajar, también tiene ese mismo derecho. Ya sea que el Estado lo entienda, lo promueva y lo incremente, el trabajo existe como algo hundido en la naturaleza humana.

El derecho al trabajo se fundamenta en:

 

  • El derecho que todo hombre tiene por naturaleza a procurarse para su vida lo que necesita, lo mismo se puede decir con vistas para su familia.
  • El derecho de todo hombre de contribuir al bien común.
  • El derecho de buscar, a través del trabajo, la manifestación y el crecimiento de su dignidad como persona humana.

 


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