No es de ignorarse que grandes momentos y hechos de nuestras vidas se relacionan con algún trabajo.
Al trabajar realizamos cosas, pero sobre todo nos realizamos. Y entre más realizados estemos mejor realizaremos las cosas. Eso es una máxima que se practica en la familia (buscar proveer la mejor educación a los hijos), en las naciones (invertir más en tecnología y calidad) y en las empresas (fomentar la capacitación y el entrenamiento permanente). En eso consiste la ley permanente de la calidad: la perfección de lo hecho, refleja la calidad de quien lo hace, y a la vez perfecciona a quien lo hace.
Hay que tener presente siempre la misión personal de autorrealizarse, que es a plenitud del ser persona. Buscar ser verdadera y efectivamente persona. Es algo que sólo uno puede hacer por sí mismo. Es uno quien se lleva a término es uno mismo quien, con inteligencia y poder de voluntad, marcará el término al que se debe llegar. El papel de los otros no es protagónico sino simplemente de colaborador.
Nunca olvidemos que el verdadero sentido de la vida está en realizarnos logrando la felicidad. Dicha felicidad se logra auto-realizándonos.
El trabajo nos da oportunidades de autorrealizarnos si logramos encontrarnos con: Nosotros mismos. El trabajo nos da la oportunidad de conocernos mejor, de aceptarnos y mejorar. Hay que pensar que el trabajo es un área de oportunidad. En él pasamos más del 50% de la vida. El lugar del trabajo permite hacer hábitos, formar el carácter y la personalidad. El trabajo puede convertirse en un estupendo lugar y ambiente para crecer en la formación de la voluntad, de la inteligencia, en el sentido ético de nuestra labor y, sobre todo, en la visión trascendente de todo lo que hacemos. Con los asuntos del trabajo. Es importante que uno se interese de veras en la actividad que desarrolla, por lo que uno hace sin buscar únicamente el prestigio y el buen concepto en la opinión del jefe.
El hacer bien las cosas habla bien de quien las hizo. El que no busca su desarrollo pleno a través de las cosas que realiza en el trabajo, habitualmente evita lo que no se ve, lo que no es llamativo y rehúye sistemáticamente a lo que es laborioso y tedioso. Esto, lejos de realizar a las personas las empobrece, pues, a menudo, el deber (cuyo cumplimiento pleno conduce a la felicidad) se compone del cumplimiento de lo agradable y desagradable de lo fácil y de lo difícil, de lo sencillo y lo complicado, etc., y ambos forma parte del deber.